Coronavirus’: Un cuento para niños y niñas sobre la pandemía
La mamá de Sara es su héroe porque es la mejor
mamá y la mejor científica del mundo. Pero
incluso la mamá de Sara no puede encontrar una
cura para el coronavirus.
“¿Cómo es la COVID-19?”, preguntó Sara a
su mamá.
“La COVID-19, o el coronavirus, tiene un tamaño
tan pequeño que no podemos verlo”, dijo su mamá.
“Pero se propaga por la tos y los estornudos de las
personas que están enfermas, y cuando tocan a la
gente o las cosas alrededor de ellas. Las personas
que están enfermas tienen fiebre y tos y pueden
tener algunos problemas para respirar”.
“¿Entonces no podemos combatirlo porque no
podemos verlo?”, preguntó Sara.
“Podemos combatirlo”, dijo la mamá de Sara. “Es
por eso que necesito que estés a salvo, Sara. El virus
afecta a muchos tipos de personas, y todos pueden
ayudarnos a combatirlo. Los niños son especiales
y pueden ayudar también. Necesitas estar a salvo
para todos nosotros. Te necesito para que seas mi héroe"
Sara se acostó en la cama esa noche y no se sintió como
un héroe en absoluto. Se sentía molesta. Quería ir a la
escuela, pero estaba cerrada. Quería ver a sus amigos,
pero no era seguro. Sara quería que el coronavirus dejara
de asustar su mundo.
“Los héroes tienen superpoderes”, se dijo a sí misma,
cerrando los ojos para dormir. “¿Qué tengo?”
De repente, una suave voz susurró su nombre en la
oscuridad.
“¿Quién está ahí?”, susurró Sara.
“¿Qué necesitas para ser un héroe, Sara?”, le preguntó la
voz.
“Necesito una forma de decirle a todos los niños del
mundo cómo protegerse a sí mismos para poder proteger
A todos los demás...”, dijo Sara.
“Entonces, ¿qué necesitas que sea yo?”, preguntó la voz.
“¡Necesito algo que pueda volar... algo con una gran
voz... y algo que pueda ayudar!”
Con un zumbido, algo asombroso entró en la luz de la luna.
“¿Qué eres?”, susurró Sara.
“Soy Ario”, dijo.
“Nunca he visto un Ario antes”, dijo Sara.
“Bueno, he estado aquí todo el tiempo”, dijo
Ario.
“Vengo de tu corazón”.
“Si te tengo a ti... ¡entonces puedo contarles a
todos los niños del mundo sobre el coronavirus!”,
dijo Sara. “¡Puedo ser un héroe! Pero espera,
Ario, ¿es seguro viajar con el coronavirus?”
“Solo conmigo, Sara”, dijo Ario. “Nada
puede hacerte daño cuando estamos juntos”.
Entonces Sara saltó sobre la espalda de Ario y juntos salieron volando por la ventana de su
dormitorio, hacia el cielo nocturno. Volaron hacia las estrellas y saludaron a la luna.
Al salir el sol, aterrizaron en un hermoso
desierto junto a unas pirámides, donde un
pequeño grupo de niños estaba jugando. Los
niños gritaron de alegría y saludaron a Sara y
su Ario.
“¡Bienvenidos, soy Salem!”, exclamó uno de
los niños. “¿Qué están haciendo aquí? Lo
siento,
no podemos acercarnos más, ¡tenemos que
estar al menos a un metro de distancia!”
“¡Por eso estamos aquí!”, contestó Sara.
“Soy Sara y él es Ario. ¿Sabían que los niños
pueden mantener a sus vecinos, amigos,
padres y abuelos a salvo del coronavirus?
Todos necesitamos...”
“¡Lavarnos las manos con agua y jabón!”,
dijo Salem con una sonrisa. “Lo sabemos,
Sara. También tosemos en el codo si estamos
enfermos y saludamos a la gente de lejos,
agitando la mano en lugar estrecharla.
Tratamos de permanecer dentro de nuestras
casas, pero vivimos en una ciudad muy
poblada... no todos se quedan en casa”.
“Mmm, tal vez pueda ayudar con eso”, dijo
Ario. “No pueden ver el coronavirus, pero...
¡pueden verme a mí! Súbanse, pero por favor,
siéntese a ambos lados de mis alas; ¡están al menos a un metro de distancia.
Ario voló hacia el cielo con
Salem y Sara en sus alas. ¡Voló
por la ciudad y comenzó a rugir y
cantar! Salem gritó a los niños en
las calles:
“¡Vayan, díganles a sus familias
que estamos más seguros en
casa! ¡Podemos cuidarnos mejor
quedándonos en casa!”
Las personas estaban sorprendidas
por lo que veían. Los saludaron y
accedieron a entrar en sus
casas.
Ario se elevó hacia
el cielo. Salem gritó de
alegría. Arriba, en las
nubes, pasó un avión, y
los pasajeros los miraron
con asombro.
“La gente tendrá que
dejar de viajar pronto, al
menos por ahora”, dijo
Salem. “Están cerrando
las fronteras en todo el
mundo, y todos
deberíamos quedarnos
donde estamos y con la
gente que amamos”.
“Parece que muchas cosas
han cambiado”, dijo Sara. “A veces eso
me asusta”.
“Puede ser aterrador y confuso cuando las cosas están
cambiando, Sara”, dijo Ario. “Cuando me siento asustado,
respiro muy despacio... ¡y exhalo fuego!”
¡Ario lanzó una enorme bola de fuego!
“¿Cómo se relajan cuando se sienten asustados?”, les preguntó Ario
“Me gusta pensar en alguien que me haga sentir
segura”, dijo Sara.
“Yo también, pienso en toda la gente que me ayuda a
sentirme seguro, como mis abuelos”, dijo Salem. “Los
extraño. No puedo darles un abrazo porque podría
contagiarles el coronavirus. Normalmente los vemos
todos los fines de semana, pero no ahora porque
tenemos que mantenerlos a salvo”.
“¿Puedes llamarlos?”, preguntó Sara a su amigo.
“¡Oh sí!”, dijo Salem. “Me llaman todos los días y les
cuento todas las cosas que hacemos en casa.
Eso me hace sentir mejor, y los hace sentir mejor a ellos
también”.
“Es normal extrañar a la gente que amamos y que
no podemos ver en este momento”, dijo Ario. “Esto
demuestra lo mucho que nos importa. ¿Les haría sentir
mejor conocer a otros héroes?”
“¡Sí, por favor!”, respondieron Sara y Salem.
“Genial, mi amiga Sasha tiene un superpoder muy especial”, dijo Ario. “¡Vamos!”
Y entonces descendieron hacia la tierra y aterrizaron
en un pequeño pueblo. Una niña estaba fuera de su
casa recogiendo flores. Cuando vio a Ario y a los
niños sentados en sus alas, rió.
“¡Ario!”, exclamó. “Tenemos que estar al menos a un
metro de distancia, ¡así que te enviaré un abrazo!
¿Qué
hacen todos ustedes aquí?”
“Sentí tu abrazo cuando me lo dijiste, Sasha”,
dijo Ario. “Me encanta cómo podemos usar las
palabras para demostrar
que nos importa, y las acciones también. Quería que
mis amigos conocieran tu superpoder”.
“¿Cuál es mi superpoder?”, dijo Sasha.
“Desde que alguien de tu familia se enfermó, estás
quedándote en casa para asegurarte de no contagiar
el coronavirus a nadie más”, dijo Ario.
“Sí, es mi papá, y se quedará en su dormitorio hasta
que mejore completamente”, dijo Sasha.
“¡Pero no es tan malo! Jugamos, cocinamos,
pasamos tiempo en nuestro jardín y comemos juntos.
Mis hermanos y yo nos tocamos los dedos de los pies y
bailamos. Leemos libros y yo puedo seguir aprendiendo
porque a veces echo de menos la escuela. Quedarse
en casa se sentía raro al principio, pero ahora se siente
normal”.
“Eso no siempre es fácil, Sasha”, dijo Ario. “Tú
estás encontrando formas de divertirte y llevarte bien
con tus seres queridos en casa. ¡Eso te convierte en mi
héroe!”
“¿Alguna vez peleas con tu familia?”, preguntó
Salem.
“A veces nos peleamos”, dijo Sasha. “Tenemos
que ser más pacientes y más comprensivos, e incluso
más rápidos para pedir perdón. Eso es un verdadero
superpoder, porque puede hacernos a nosotros mismos
y y a los demás sentir mejor. También necesito un poco
de tiempo a solas. ¡Me encanta bailar y cantar a solas! Y
puedo llamar a mis amigos a veces...”
“Pero, Ario, ¿qué pasa con la gente que está lejos de
casa o no tiene casa?”, preguntó Sara.
“Es una gran pregunta, Sara”, dijo Ario.
“Vamos a averiguarlo”.
Y entonces se despidieron de Sasha y partieron una vez
más. El aire se calentó cuando aterrizaron en una isla
rodeada por el mar.
Allí vieron un campamento lleno de gente.
Una niña los vio y los saludó desde la distancia.
“¡Hola Ario, estoy tan feliz de verte de nuevo!”,
exclamó ella. “Estamos tratando de permanecer al
menos a un metro de distancia, así que te hablaré
desde aquí. ¡Pero me encantaría conocer a tus
amigos! Me llamo Leila”.
“¡Hola, Leila! Soy Sara, y él es Salem”, respondió
Sara. “Parece como si estuvieran tratando de
protegerse del coronavirus. ¿Qué más están
haciendo?”
“¡Nos lavamos las manos con agua y jabón!”,
respondió Leila.
“¿También tosen en el codo?”, preguntó
Salem.
“¿Puedes mostrarnos cómo?”, respondió Leila.
Entonces Salem les mostró.
“Todos estamos tratando de ser valientes, pero estoy
preocupada por algo”, dijo Leila. “¿Puedo hablarlo
con ustedes? Escuché que alguien se enfermó y murió
y me dio mucho miedo. ¿Es cierto que la gente puede
morir de coronavirus?”
Ario suspiró hondo y se sentó sobre su
enorme rabo.
“Sí, pequeños héroes, es extraño”, dijo Ario. “Algunas
personas no se sienten enfermas en absoluto, pero
algunas pueden enfermarse mucho y otras pueden
morir. Por eso todos tenemos que ser especialmente
cuidadosos con las personas mayores, y aquellas con
otras enfermedades, porque tienden a enfermarse
más. A veces, cuando nos sentimos muy asustados o
inseguros, puede ser útil imaginarnos un lugar seguro.
¿Les gustaría intentarlo conmigo?”
Todos dijeron que sí, y entonces Ario pidió a los niños
que cerraran los ojos e imaginaran un lugar donde se
sintieran seguros.
“Concéntrense en un recuerdo o un momento en el
que se hayan sentido seguros”, dijo Ario.
Luego les preguntó qué podían ver, qué podían sentir
y qué podían oler en su lugar seguro. Preguntó si
había alguien especial a quien quisieran invitar a su
lugar seguro y de qué podrían hablar juntos.
“Pueden ir a su lugar seguro cuando se sientan tristes
o asustados”, dijo Ario. “Este es su superpoder,
y pueden compartirlo con sus amigos y familia. Y
recuerden que me preocupo por ustedes, y mucha
gente lo hace. Eso también ayudará”.
Leila dijo: “Todos podemos cuidarnos”.
“Así es, Leila”, dijo Ario. “Podemos cuidarnos mutuamente, dondequiera que estemos. ¿Te gustaría venir con nosotros en nuestro último viaje?”
Leila decidió viajar con Ario y sus nuevos amigos. Sara se alegró de que Leila se uniera a ellos porque sabía que a veces necesitamos apoyarnos
mutuamente. Volaron en silencio, sin hablar, pero Leila sabía que sus nuevos amigos se preocupaban mucho por ella.
Las montañas nevadas lentamente se hicieron
visibles, y Ario aterrizó en un pequeño pueblo.
Unos pocos niños estaban jugando junto a un
arroyo.
“¡Ario!”, exclamó uno de ellos, saludándolo de
lejos.
“Hola, Kim”, dijo Ario. “Niños, quería que
conocieran a unos amigos míos que han tenido
coronavirus, y mejoraron”.
“¿Cómo fue?”, preguntó Salem.
“Tosía y me sentía demasiado sofocado a veces.
También estaba muy cansado y no quería jugar
por unos días”, dijo Kim. “Pero dormí mucho y mi
familia me cuidó. Algunos de nuestros padres y
abuelos tuvieron que ir al hospital. Los enfermeros
y médicos fueron muy amables con ellos, y la
gente de nuestra comunidad nos ayudó en casa.
Después de unas semanas, estábamos bien
de nuevo”.
“Soy amigo de Kim”, dijo uno de los otros niños. “Solo porque Kim tuviera coronavirus no
dejamos de ser amigos, aunque no pudiera verlo. ¡Nunca dejé de preocuparme por él y
estamos felices de poder jugar juntos de nuevo!”
“A veces lo más importante que podemos hacer como amigos es protegernos
mutuamente”, dijo Ario. “Incluso si eso significa mantenerse alejados el uno del otro por un
tiempo”.
Ario los dejó caer a todos de vuelta a sus
casas, y esperó a que Sara se durmiera
antes de irse.
“¿Podemos hacer lo mismo mañana?”,
le preguntó Sara.
“No, Sara, es hora de que estés con
tu familia ahora”, dijo Ario. “Recuerda
nuestra historia. Puedes mantener a
quienes amas a salvo lavándote las
manos y quedándote en casa. Nunca
estoy muy lejos. Siempre puedes estar
conmigo cuando vayas a tu lugar
seguro”.
“Eres mi héroe”, susurró.
“Tú también eres mi héroe, Sara. Tú
eres un héroe para todos quienes te
aman”, dijo.
Sara se durmió y cuando despertó al
día siguiente, Ario se había ido. Entonces
fue a su lugar seguro para hablar con él,
y luego dibujó todo lo que habían visto
y aprendido sobre su aventura. Corrió
hacia su mamá con su dibujo para darle la
noticia.
“Todos podemos ayudar a la gente a
estar a salvo, mamá”, dijo. “¡Conocí a
tantos héroes en mi aventura!”
“¡Oh, Sara, tienes razón!”, dijo su mamá.
“Hay muchos héroes que mantienen a
la gente a salvo del coronavirus, como
médicos y enfermeros maravillosos. Pero
tú me haces recordar que todos podemos
ser héroes, todos los días, y
mi mayor héroe eres tú”.