sábado, 28 de marzo de 2020

HISTORIAS PARA GRANDES Y CHICOS



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"Después de huir en un bote de los gases huecos, los niños peculiares quedan atrapados en una tormenta y necesitan encontrar tierra. Aterrizan en una playa solo para descubrir que los wights están tratando de rastrearlos, por lo que huyen a los bosques del continente. Sin ningún lugar a donde correr, el grupo vaga sin rumbo, hasta que encuentran una estatua de Los cuentos de lo peculiar . Allí, descubren un ciclo de tiempo con la ayuda de su libro The Tales of the Peculiar.y escapar a ella. Sorprendentemente, está lleno de animales peculiares, que los abrazan y les agradecen por matar a un hueco que había vagado durante mucho tiempo en el ciclo del tiempo. Después de enterarse de que la señorita Wren, la ymbryne de este singular ciclo de tiempo de la casa de fieras, había volado a Londres para rescatar a sus otras compañeras ymbrynes, los niños peculiares salen en su búsqueda, con la esperanza de que ella pueda volver a convertir a la señorita Peregrine en un humano, antes que ella el ser humano se pierde para siempre. Viajan con gitanos cuyo líder tiene un hijo peculiar.
Mientras tratan de abordar un tren, son emboscados por wights y retenidos en un pequeño cobertizo a punta de pistola hasta que Hugh, que había logrado evadir la captura, usó las abejas en su estómago para salvar a sus amigos. Luego, el grupo continúa su viaje e intercepta el tren para abordar, y encuentra a la señorita Peregrine, a quien habían dejado accidentalmente en el tren en el maletero de Bronwyn anteriormente."  continúa leyendo este texto y descubre cual es el final de esta novela de ficción oscura.




-Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto. Estaba echado de espaldas sobre un duro caparazón y, al alzar la cabeza, vio su vientre convexo y oscuro, surcado por curvadas callosidades, sobre el que casi no se aguantaba la colcha, que estaba a punto de escurrirse hasta el suelo. Numerosas patas, penosamente delgadas en comparación con el grosor normal de sus piernas, se agitaban sin concierto. - ¿Qué me ha ocurrido? No estaba soñando. Su habitación, una habitación normal, aunque muy pequeña, tenía el aspecto habitual. Sobre la mesa había desparramado un muestrario de paños - Samsa era viajante de comercio-, y de la pared colgaba una estampa recientemente recortada de una revista ilustrada y puesta en un marco dorado. La estampa mostraba a una mujer tocada con un gorro de pieles, envuelta en una estola también de pieles, y que, muy erguida, esgrimía un amplio manguito, asimismo de piel, que ocultaba todo su antebrazo. Gregorio miró hacia la ventana; estaba nublado, y sobre el cinc del alféizar repiqueteaban las gotas de lluvia, lo que le hizo sentir una gran melancolía. «Bueno –pensó–; ¿y si siguiese durmiendo un rato y me olvidase de todas estas locuras?» Pero no era posible, pues Gregorio tenía la costumbre de dormir sobre el lado derecho, y su actual estado no le permitía adoptar tal postura. Por más que se esforzara volvía a quedar de espaldas. Intentó en vano esta operación numerosas veces; cerró los ojos para no tener que ver aquella confusa agitación de patas, que no cesó hasta que notó en el costado un dolor leve y punzante, un dolor jamás sentido hasta entonces. - ¡Qué cansada es la profesión que he elegido! –se dijo–. Siempre de viaje. Las preocupaciones son mucho mayores cuando se trabaja fuera, por no hablar de las molestias propias de los viajes: estar pendiente de los enlaces de los trenes; la comida mala, irregular; relaciones que cambian constantemente, que nunca llegan a ser verdaderamente cordiales, y en las que no tienen cabida los sentimientos. ¡Al diablo con todo! Sintió en el vientre una ligera picazón. Lentamente, se estiró sobre la espalda en dirección a la cabecera de la cama, para poder alzar mejor la cabeza. Vio que el sitio que le picaba estaba cubierto de extraños puntitos blancos. Intentó rascarse con una pata; pero tuvo que retirarla inmediatamente, pues el roce le producía escalofríos.... 
"no te quedes a la espectativa, continua la historia en audio ingresando al link del inicio de la página"

Veintemil Leguas de Viaje Submarino Julio Verne

»Si, por el contrario, conocemos todas las especies vivas, habrá que buscar necesariamente al animal en cuestión en-tre los seres marinos ya catalogados, y en este caso yo me in-dinaría a admitir la existencia de un narval gigantesco. »El narval vulgar o unicornio marino alcanza a menudo una longitud de sesenta pies. Quintuplíquese, decuplíquese esa dimensión, otórguese a ese cetáceo una fuerza propor-cional a su tamaño, auméntense sus armas ofensivas y se ob-tendrá el animal deseado, el que reunirá las proporciones estimadas por los oficiales del Shannon, el instrumento exi-gido por la perforación del Scotia y la potencia necesaria para cortar el casco de un vapor. »En efecto, el narval está armado de una especie de espa-da de marfil, de una alabarda, según la expresión de algunos naturalistas. Se trata de un diente que tiene la dureza del ace-ro. Se han hallado algunos de estos dientes clavados en el cuerpo de las ballenas a las que el narval ataca siempre con eficacia. Otros han sido arrancados, no sin esfuerzo, de los cascos de los buques, atravesados de parte a parte, como una barrena horada un tonel. El Museo de la Facultad de Medici-na de París posee una de estas defensas que mide dos metros veinticinco centímetros de longitud y cuarenta y ocho centímetros de anchura en la base. Pues bien, supóngase esa arma diez veces más fuerte, y el animal, diez veces más potente, láncesele con una velocidad de veinte millas por hora, multi-plíquese su masa por su velocidad y se obtendrá un choque capaz de producir la catástrofe requerida. »En consecuencia, y hasta disponer de más amplias infor-maciones, yo me inclino por un unicornio marino de di-mensiones colosales, armado no ya de una alabarda, sino de un verdadero espolón como las fragatas acorazadas o los “rams” de guerra, de los que parece tener a la vez la masa y la potencia motriz. »Así podría explicarse este fenómeno inexplicable, a me-nos que no haya nada, a pesar de lo que se ha entrevisto, vis-to, sentido y notado, lo que también es posible.»   


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