viernes, 23 de octubre de 2020


HALLOWEEN

¿Fantasía o realidad? Que más da. La noche de Halloween acecha de nuevo y, con ella, revive la adrenalina de aquellos que necesitan ser estimulados con historias de terror que activen todos sus sentidos. Hay leyendas clásicas que resucitan con éxito cada temporada, y otras que afloran con el paso de los años condimentando una velada que hace las delicias de los amantes del miedo. Y es que ciertos momentos de turbación, aunque parezca contradictorio, nos pueden estimular, especialmente cuando logramos tomar distancia con aquello que nos cuentan y, si es necesario, acudir a casa en busca de una buena manta que nos proteja (¿seguro?). Estos son algunos mitos con los que te podés regocijar esta terrorífica noche eligiendo, además, si uno prefiere creer que son verdad o ficción.

el hombre de los sueños

En enero de 2006, un psiquiatra de Nueva York recibió en su consulta a una de sus pacientes como un día cualquiera. En aquella sesión, la joven le explicó que había soñado en repetidas ocasiones con un hombre al que ni si quiera conocía. Tenia una calva incipiente, las cejas muy gruesas y los labios extremadamente finos, en especial el superior. Mientras oía la descripción, el facultativo dibujó el retrato del sujeto. No le dio mayor importancia y lo dejó sobre la mesa.Las tornas cambiaron cuando, en sus siguientes consultas, dos pacientes más aseguraron haber visto al mismo hombre en sueños. El psiquiatra decidió hacer copias del dibujo y enviarlo a varios compañeros de profesión. Meses después, vieron que el número de personas que habían soñado con él no paraban de aumentar y optaron por crear un página web en la que se registraran todas sus apariciones. Los facultativos descubrieron que el misterioso hombre se había colado en los sueños de cerca de dos mil personas.Sus “apariciones” son de lo más dispares. Uno de los pacientes aseguró haberlo visto vestido de Papá Noel. Otro dijo haberse enamorado en cuanto lo vio. Un tercero asegura que cuando sueña que vuela, el hombre lo hace junto a él, y nunca habla.El fenómeno ha dado pie a múltiples teorías conspirativas. Una de ellas señala que el intruso es una persona real con la habilidad de irrumpir en los sueños. Otra, incluso afirma que se trata de un proyecto oculto de los gobiernos para controlar las vidas de los ciudadanos. La hipótesis más científica, sin embargo, indica que este rostro forma parte de la “conciencia común”

Y a ti, ¿alguna vez se te ha presentado en sueños?




CUENTOS ESPANTOSOS PARA NIÑOS CAPRICHOSOS 


PARA ESTE MES DE OCTUBRE TE RECOMENDAMOS ESTA DIVERTIDA PELÍCULA.

abre el link:

https://www.youtube.com/watch?v=j--X2DC6liw


lunes, 27 de julio de 2020

El mono y la naranja

El mono y la naranja

Erase una vez un mono que más que mono parecía una mula de lo terco que era. ¡Ah! ¿que no te lo crees?… Pues te invito a que descubras  hasta qué punto llegaba su cabezonería y verás que no me falta razón.

Resulta que una mañana, el susodicho mono se empeñó en pelar una naranja al tiempo que se rascaba la cabeza porque le picaba muchísimo. Como tenía las dos manos ocupadas en calmar el insoportable cosquilleo, cogió la naranja con la boca y la dejó caer al suelo. Acto seguido se agachó y tiró de la cáscara con sus potentes dientes.  Al primer contacto le supo terriblemente  amarga y tuvo que escupir saliva para deshacerse del mal sabor de boca.

– ¡Puaj, qué asco! Esta cáscara es agria y desagradable… Soy incapaz de morderla porque produce escozor en la lengua y… ¡y me entran ganas de vomitar!

Después de cavilar unos segundos tuvo otra idea que le pareció sensacional; consistía poner un pie sobre la fruta para sujetarla, e ir despegando pequeños trozos de la corteza con una de las manos.

– ¡Je, je, je! ¡Creo que por fin he dado en el clavo!

Sin dejar de rascarse con la izquierda, liberó la derecha y se puso a ello con muchas ganas. El plan no estaba mal, pero a los pocos segundos tuvo que abandonarlo porque la postura era terriblemente incómoda y solo apta para contorsionistas profesionales.

– ¡Ay, así tampoco puedo hacerlo, es imposible! Tendré que probar otra opción si no quiero pasar el resto de mi vida con dolor de riñones.

¡No le quedaba otra que cambiar de estrategia! Se sentó en el suelo, cogió la naranja con la mano derecha, la colocó entre sus rodillas, y continuó retirando la monda mientras seguía rasca que te rasca con la izquierda. Desgraciadamente esta decisión también fracasó: ¡la naranja se le escurrió entre las patas y empezó a rodar por la hierba como una pelota! El desastre fue total porque la parte visible de la pulpa se llenó de tierra y restos de hojas secas.

– ¡Grrr!… Hoy es mi día de mala suerte, pero no pienso darme por vencido. ¡Voy a comerme esta naranja sí o sí!

¡Ni por esas dejó el mono de rascarse! Emperrado en hacer las dos cosas al mismo tiempo   agarró la naranja con una mano y la introdujo en el río para quitarle la suciedad. Una vez lavada puso sus enormes labios de simio sobre el trozo comestible e intentó succionar el jugo de su interior. De nuevo, las cosas se torcieron: la naranja estaba tan dura que por mucho que apretó con los cinco dedos no pudo exprimirla bien.

– ¡¿Pero qué es esto?!… Solo caen unas gotitas… ¡Estoy hasta las narices!

A esas alturas estaba tan harto que lanzó la naranja muy lejos y se dejó caer de espaldas sobre la hierba, completamente deprimido.  Mirando al cielo y sin dejar de rascarse, pensó:

– ‘No puede ser que yo,  uno de los animales más desarrollados e inteligentes del planeta, no consiga pelar una simple naranja’.

Cuando ya lo daba todo por perdido, un rayo de luz pasó por su mente.

– ¡Claro, ya lo tengo! ¿Y si dejara de rascarme durante un rato para poder pelar la naranja con las dos manos?… Tendría que aguantar el picor durante un par de minutos, pero haciendo un pequeño esfuerzo  supongo que podría soportarlo. ¡¿Cómo no se me ha ocurrido antes una solución tan lógica y elemental?!

Razonar con sensatez le dio buen resultado. Fue corriendo a por la naranja, la cogió con la mano derecha, volvió a remojarla en el río para dejarla reluciente, y con la izquierda retiró los trozos de piel con absoluta facilidad.

– ¡Yupi! ¡Lo he conseguido! ¡Lo he conseguido!

En un periquete tenía todos los gajos a la vista; desprendió el primero  y lo saboreó con placer.

– ¡Oh, qué delicia, es lo más rico que he probado en mi vida!… La verdad es que el asunto no era complicado… ¡El complicado era yo!

El mono degustó el apetitoso manjar procurando disfrutar del momento. Cuando terminó se limpió las manos y subió a la rama de su árbol favorito ¿sabes para qué?…  Pues para continuar rascándose a gusto con sus diez grandes dedos de primate.

Moraleja: Si en alguna ocasión tienes que hacer dos tareas lo mejor es que pongas toda la atención en una, la termines correctamente, y luego realices la otra. De esta forma evitarás perder el tiempo de manera absurda y te asegurarás de que ambas salgan bien.


martes, 19 de mayo de 2020

LOS DESAPARECIDOS



Sin nombres, sin rostros ni rastros








Desapariciones

Qué alguien me diga si ha visto a mi esposo,
preguntaba la Doña
se llama Ernesto X, tiene cuarenta años
trabaja de celador en un negocio de carros.
Llevaba camisa oscura y pantalón claro.
Salió anteanoche y no ha regresado; y no sé ya qué pensar.
Pues esto antes no me había pasado.

Llevo tres días buscando a mi hermana,
se llama Altagracia, igual que la abuela.
Salió del trabajo pa' la escuela.
Tenía puestos unos jeans y una camisa blanca.
No ha sido el novio. El tipo está en su casa.
No saben de ella en la PSN, ni en el Hospital.

Que alguien me diga si ha visto a mi hijo.
Es estudiante de Pre Medicina.
Se llama Agustín. Es un buen muchacho.
A veces es terco cuando opina.
Lo han detenido. No sé qué fuerza.
Pantalón blanco, camisa a rayas. Pasó anteayer.

Clara, Clara, Clara, Clara Quiñones se llama mi madre.
Ella es, ella es un alma de Dios, no se mete con nadie.
Y se la han llevado de testigo,
por un asunto que es nada más conmigo.
Y fuí a entregarme, hoy por la tarde
y ahora di que no saben quién se la llevó del cuartel.

Anoche escuché varias explosiones.
Putun, patá, putun, peté.
Tiros de escopeta y de revólver
Carros acelerados, frenos, gritos. Eco de botas en la calle.
Toques de puerta. Quejas. Por Dioses. Platos rotos.
Estaban dando la telenovela.Por eso nadie miró pa' fuera.

¿Adónde van los desaparecidos?
Busca en el agua y en los matorrales.
¿Y por qué es que se desaparecen?
Porque no todos somos iguales.
¿Y cuándo vuelve el desaparecido?
Cada vez que los trae el pensamiento.
¿Cómo se le habla al desaparecido?
Con la emoción apretando por dentro.RR

Rubén Blades


viernes, 24 de abril de 2020

CORONAVIRUS


Coronavirus’: Un cuento para niños y niñas sobre la pandemía

La mamá de Sara es su héroe porque es la mejor mamá y la mejor científica del mundo. Pero incluso la mamá de Sara no puede encontrar una cura para el coronavirus. “¿Cómo es la COVID-19?”, preguntó Sara a su mamá. “La COVID-19, o el coronavirus, tiene un tamaño tan pequeño que no podemos verlo”, dijo su mamá. “Pero se propaga por la tos y los estornudos de las personas que están enfermas, y cuando tocan a la gente o las cosas alrededor de ellas. Las personas que están enfermas tienen fiebre y tos y pueden tener algunos problemas para respirar”. “¿Entonces no podemos combatirlo porque no podemos verlo?”, preguntó Sara. “Podemos combatirlo”, dijo la mamá de Sara. “Es por eso que necesito que estés a salvo, Sara. El virus afecta a muchos tipos de personas, y todos pueden ayudarnos a combatirlo. Los niños son especiales y pueden ayudar también. Necesitas estar a salvo para todos nosotros. Te necesito para que seas mi héroe"



Sara se acostó en la cama esa noche y no se sintió como un héroe en absoluto. Se sentía molesta. Quería ir a la escuela, pero estaba cerrada. Quería ver a sus amigos, pero no era seguro. Sara quería que el coronavirus dejara de asustar su mundo. “Los héroes tienen superpoderes”, se dijo a sí misma, cerrando los ojos para dormir. “¿Qué tengo?” De repente, una suave voz susurró su nombre en la oscuridad. “¿Quién está ahí?”, susurró Sara. “¿Qué necesitas para ser un héroe, Sara?”, le preguntó la voz. “Necesito una forma de decirle a todos los niños del mundo cómo protegerse a sí mismos para poder proteger A todos los demás...”, dijo Sara. “Entonces, ¿qué necesitas que sea yo?”, preguntó la voz. “¡Necesito algo que pueda volar... algo con una gran voz... y algo que pueda ayudar!” Con un zumbido, algo asombroso entró en la luz de la luna.

“¿Qué eres?”, susurró Sara. “Soy Ario”, dijo. “Nunca he visto un Ario antes”, dijo Sara. “Bueno, he estado aquí todo el tiempo”, dijo Ario. “Vengo de tu corazón”. “Si te tengo a ti... ¡entonces puedo contarles a todos los niños del mundo sobre el coronavirus!”, dijo Sara. “¡Puedo ser un héroe! Pero espera, Ario, ¿es seguro viajar con el coronavirus?” “Solo conmigo, Sara”, dijo Ario. “Nada puede hacerte daño cuando estamos juntos”.

Entonces Sara saltó sobre la espalda de Ario y juntos salieron volando por la ventana de su dormitorio, hacia el cielo nocturno. Volaron hacia las estrellas y saludaron a la luna.

Al salir el sol, aterrizaron en un hermoso desierto junto a unas pirámides, donde un pequeño grupo de niños estaba jugando. Los niños gritaron de alegría y saludaron a Sara y su Ario. “¡Bienvenidos, soy Salem!”, exclamó uno de los niños. “¿Qué están haciendo aquí? Lo siento, no podemos acercarnos más, ¡tenemos que estar al menos a un metro de distancia!” “¡Por eso estamos aquí!”, contestó Sara. “Soy Sara y él es Ario. ¿Sabían que los niños pueden mantener a sus vecinos, amigos, padres y abuelos a salvo del coronavirus? Todos necesitamos...” “¡Lavarnos las manos con agua y jabón!”, dijo Salem con una sonrisa. “Lo sabemos, Sara. También tosemos en el codo si estamos enfermos y saludamos a la gente de lejos, agitando la mano en lugar estrecharla. Tratamos de permanecer dentro de nuestras casas, pero vivimos en una ciudad muy poblada... no todos se quedan en casa”. “Mmm, tal vez pueda ayudar con eso”, dijo Ario. “No pueden ver el coronavirus, pero... ¡pueden verme a mí! Súbanse, pero por favor, siéntese a ambos lados de mis alas; ¡están al menos a un metro de distancia.

Ario voló hacia el cielo con Salem y Sara en sus alas. ¡Voló por la ciudad y comenzó a rugir y cantar! Salem gritó a los niños en las calles: “¡Vayan, díganles a sus familias que estamos más seguros en casa! ¡Podemos cuidarnos mejor quedándonos en casa!” Las personas estaban sorprendidas por lo que veían. Los saludaron y accedieron a entrar en sus casas.

Ario se elevó hacia el cielo. Salem gritó de alegría. Arriba, en las nubes, pasó un avión, y los pasajeros los miraron con asombro. “La gente tendrá que dejar de viajar pronto, al menos por ahora”, dijo Salem. “Están cerrando las fronteras en todo el mundo, y todos deberíamos quedarnos donde estamos y con la gente que amamos”. “Parece que muchas cosas han cambiado”, dijo Sara. “A veces eso me asusta”. “Puede ser aterrador y confuso cuando las cosas están cambiando, Sara”, dijo Ario. “Cuando me siento asustado, respiro muy despacio... ¡y exhalo fuego!” ¡Ario lanzó una enorme bola de fuego! “¿Cómo se relajan cuando se sienten asustados?”, les preguntó Ario

“Me gusta pensar en alguien que me haga sentir segura”, dijo Sara. “Yo también, pienso en toda la gente que me ayuda a sentirme seguro, como mis abuelos”, dijo Salem. “Los extraño. No puedo darles un abrazo porque podría contagiarles el coronavirus. Normalmente los vemos todos los fines de semana, pero no ahora porque tenemos que mantenerlos a salvo”. “¿Puedes llamarlos?”, preguntó Sara a su amigo. “¡Oh sí!”, dijo Salem. “Me llaman todos los días y les cuento todas las cosas que hacemos en casa. Eso me hace sentir mejor, y los hace sentir mejor a ellos también”. “Es normal extrañar a la gente que amamos y que no podemos ver en este momento”, dijo Ario. “Esto demuestra lo mucho que nos importa. ¿Les haría sentir mejor conocer a otros héroes?” “¡Sí, por favor!”, respondieron Sara y Salem. “Genial, mi amiga Sasha tiene un superpoder muy especial”, dijo Ario. “¡Vamos!”
Y entonces descendieron hacia la tierra y aterrizaron en un pequeño pueblo. Una niña estaba fuera de su casa recogiendo flores. Cuando vio a Ario y a los niños sentados en sus alas, rió. “¡Ario!”, exclamó. “Tenemos que estar al menos a un metro de distancia, ¡así que te enviaré un abrazo! ¿Qué hacen todos ustedes aquí?” “Sentí tu abrazo cuando me lo dijiste, Sasha”, dijo Ario. “Me encanta cómo podemos usar las palabras para demostrar que nos importa, y las acciones también. Quería que mis amigos conocieran tu superpoder”. “¿Cuál es mi superpoder?”, dijo Sasha. “Desde que alguien de tu familia se enfermó, estás quedándote en casa para asegurarte de no contagiar el coronavirus a nadie más”, dijo Ario. “Sí, es mi papá, y se quedará en su dormitorio hasta que mejore completamente”, dijo Sasha.
“¡Pero no es tan malo! Jugamos, cocinamos, pasamos tiempo en nuestro jardín y comemos juntos. Mis hermanos y yo nos tocamos los dedos de los pies y bailamos. Leemos libros y yo puedo seguir aprendiendo porque a veces echo de menos la escuela. Quedarse en casa se sentía raro al principio, pero ahora se siente normal”. “Eso no siempre es fácil, Sasha”, dijo Ario. “Tú estás encontrando formas de divertirte y llevarte bien con tus seres queridos en casa. ¡Eso te convierte en mi héroe!” “¿Alguna vez peleas con tu familia?”, preguntó Salem. “A veces nos peleamos”, dijo Sasha. “Tenemos que ser más pacientes y más comprensivos, e incluso más rápidos para pedir perdón. Eso es un verdadero superpoder, porque puede hacernos a nosotros mismos y y a los demás sentir mejor. También necesito un poco de tiempo a solas. ¡Me encanta bailar y cantar a solas! Y puedo llamar a mis amigos a veces...” “Pero, Ario, ¿qué pasa con la gente que está lejos de casa o no tiene casa?”, preguntó Sara. “Es una gran pregunta, Sara”, dijo Ario.
“Vamos a averiguarlo”.
Y entonces se despidieron de Sasha y partieron una vez más. El aire se calentó cuando aterrizaron en una isla rodeada por el mar.

Allí vieron un campamento lleno de gente. Una niña los vio y los saludó desde la distancia. “¡Hola Ario, estoy tan feliz de verte de nuevo!”, exclamó ella. “Estamos tratando de permanecer al menos a un metro de distancia, así que te hablaré desde aquí. ¡Pero me encantaría conocer a tus amigos! Me llamo Leila”. “¡Hola, Leila! Soy Sara, y él es Salem”, respondió Sara. “Parece como si estuvieran tratando de protegerse del coronavirus. ¿Qué más están haciendo?” “¡Nos lavamos las manos con agua y jabón!”, respondió Leila. “¿También tosen en el codo?”, preguntó Salem. “¿Puedes mostrarnos cómo?”, respondió Leila. Entonces Salem les mostró. “Todos estamos tratando de ser valientes, pero estoy preocupada por algo”, dijo Leila. “¿Puedo hablarlo con ustedes? Escuché que alguien se enfermó y murió y me dio mucho miedo. ¿Es cierto que la gente puede morir de coronavirus?”

Ario suspiró hondo y se sentó sobre su enorme rabo. “Sí, pequeños héroes, es extraño”, dijo Ario. “Algunas personas no se sienten enfermas en absoluto, pero algunas pueden enfermarse mucho y otras pueden morir. Por eso todos tenemos que ser especialmente cuidadosos con las personas mayores, y aquellas con otras enfermedades, porque tienden a enfermarse más. A veces, cuando nos sentimos muy asustados o inseguros, puede ser útil imaginarnos un lugar seguro. ¿Les gustaría intentarlo conmigo?” Todos dijeron que sí, y entonces Ario pidió a los niños que cerraran los ojos e imaginaran un lugar donde se sintieran seguros. “Concéntrense en un recuerdo o un momento en el que se hayan sentido seguros”, dijo Ario. Luego les preguntó qué podían ver, qué podían sentir y qué podían oler en su lugar seguro. Preguntó si había alguien especial a quien quisieran invitar a su lugar seguro y de qué podrían hablar juntos. “Pueden ir a su lugar seguro cuando se sientan tristes o asustados”, dijo Ario. “Este es su superpoder, y pueden compartirlo con sus amigos y familia. Y recuerden que me preocupo por ustedes, y mucha gente lo hace. Eso también ayudará”.
Leila dijo: “Todos podemos cuidarnos”. “Así es, Leila”, dijo Ario. “Podemos cuidarnos mutuamente, dondequiera que estemos. ¿Te gustaría venir con nosotros en nuestro último viaje?” Leila decidió viajar con Ario y sus nuevos amigos. Sara se alegró de que Leila se uniera a ellos porque sabía que a veces necesitamos apoyarnos mutuamente. Volaron en silencio, sin hablar, pero Leila sabía que sus nuevos amigos se preocupaban mucho por ella. 

Las montañas nevadas lentamente se hicieron visibles, y Ario aterrizó en un pequeño pueblo. Unos pocos niños estaban jugando junto a un arroyo. “¡Ario!”, exclamó uno de ellos, saludándolo de lejos. “Hola, Kim”, dijo Ario. “Niños, quería que conocieran a unos amigos míos que han tenido coronavirus, y mejoraron”. “¿Cómo fue?”, preguntó Salem. “Tosía y me sentía demasiado sofocado a veces. También estaba muy cansado y no quería jugar por unos días”, dijo Kim. “Pero dormí mucho y mi familia me cuidó. Algunos de nuestros padres y abuelos tuvieron que ir al hospital. Los enfermeros y médicos fueron muy amables con ellos, y la gente de nuestra comunidad nos ayudó en casa. Después de unas semanas, estábamos bien de nuevo”.

Soy amigo de Kim”, dijo uno de los otros niños. “Solo porque Kim tuviera coronavirus no dejamos de ser amigos, aunque no pudiera verlo. ¡Nunca dejé de preocuparme por él y estamos felices de poder jugar juntos de nuevo!” “A veces lo más importante que podemos hacer como amigos es protegernos mutuamente”, dijo Ario. “Incluso si eso significa mantenerse alejados el uno del otro por un tiempo”.

Ario los dejó caer a todos de vuelta a sus casas, y esperó a que Sara se durmiera antes de irse. “¿Podemos hacer lo mismo mañana?”, le preguntó Sara. “No, Sara, es hora de que estés con tu familia ahora”, dijo Ario. “Recuerda nuestra historia. Puedes mantener a quienes amas a salvo lavándote las manos y quedándote en casa. Nunca estoy muy lejos. Siempre puedes estar conmigo cuando vayas a tu lugar seguro”. “Eres mi héroe”, susurró. “Tú también eres mi héroe, Sara. Tú eres un héroe para todos quienes te aman”, dijo.
Sara se durmió y cuando despertó al día siguiente, Ario se había ido. Entonces fue a su lugar seguro para hablar con él, y luego dibujó todo lo que habían visto y aprendido sobre su aventura. Corrió hacia su mamá con su dibujo para darle la noticia. “Todos podemos ayudar a la gente a estar a salvo, mamá”, dijo. “¡Conocí a tantos héroes en mi aventura!” “¡Oh, Sara, tienes razón!”, dijo su mamá. “Hay muchos héroes que mantienen a la gente a salvo del coronavirus, como médicos y enfermeros maravillosos. Pero tú me haces recordar que todos podemos ser héroes, todos los días, y mi mayor héroe eres tú”.


martes, 14 de abril de 2020

RECETAS PARA HACER EN FAMILIA


Churros caseros



Ingredientes:
300 gramos de leche
200 gramos de harina
1 cucharadita de sal
-aceite para freir
-azúcar  para espolvorear




Preparación de los churros caseros:

En una cazuela amplia ponemos a calentar la leche con la sal hasta que hirva, retiramos del fuego y añadimos la harina de golpe removiendo y mezclando todo rápidamente, evitando que queden grumos, dejamos reposar esta masa cubierta con un paño durante sólo unos minutos porque al enfriarse endurece y es más difícil de trabajar, al tener lista la masa, calentamos abundante aceite en una sarten honda a temperatura moderada.
Ponemos parte de la masa en una bolsa gruesa, hacemos un pequeño orificio y enroscamos y empujamos a medida que va saliendo la masa del churro, cortamos a la medida deseada con un cuchillo o con el dedo y freímos en el aceite que no debe hervir para conseguir unos churros dorados por fuera y cocidos por dentro.
Retiramos a una fuente en la que habremos colocado un papel de cocina para absorber el exceso de aceite y espolvoreamos con azúcar.

lunes, 13 de abril de 2020

AUTOESTIMA


La autoestima




Tener autoestima te ayuda. Te da el coraje para probar cosas nuevas. O para hacer nuevos amigos. Con autoestima, crees en ti mismo. Sabes que te pueden ocurrir cosas positivas cuando lo intentas. La autoestima ayuda cuando las cosas no salen como lo esperabas. Te ayuda a aceptar los errores. Si erraste un gol o has perdido un libro de la biblioteca, tal vez no te enfades mucho contigo mismo. Simplemente, volverás a intentarlo. Buscas la manera de hacerlo mejor.
Tener una baja autoestima es negativo para ti. Hace que los niños se sientan inseguros. No creen que puedan hacer las cosas bien. Cuando los niños tienen una baja autoestima, tal vez no se esfuercen. Quizás no vayan tras sus metas. Tal vez tengan miedo de fracasar. La baja autoestima hace que un fracaso se vea peor de lo que realmente es. Hace que los errores parezcan peores de lo que en verdad son. Hace que resulte difícil olvidar las cosas que salieron mal. En lugar de volver a intentarlo, los niños con baja autoestima tal vez se den por vencidos.
Puedes hacer crecer tu autoestima. La autoestima puede empezar con las cosas que dicen los padres a sus hijos cuando son muy pequeños. Un padre le puede decir a su hijo cuando todavía es un bebé: "Mira lo que eres capaz de hacer: ¡ya andas solo!". Escuchar elogios y cosas buenas hace que un bebé se sienta bien y orgulloso de sí mismo. A medida que creces, la autoestima puede crecer. Los padres y los maestros te pueden decir que ven cosas buenas en ti. Los amigos te pueden ayudar a sentirte querido. Tú también puedes mejorar tu autoestima. Está atento a las veces que pruebas cosas nuevas. Está atento a las veces que aprendes a hacer algo. ¿Probaste un nuevo deporte? ¿Aprendiste a andar en bicicleta, a tocar una canción o a hacer un problema de matemática? Siéntete feliz y orgulloso. No hace falta que te jactes de ello y lo digas a voz en grito, pero felicítate a ti mismo con un: "¡Bien hecho!".
Cómo alimentar tu autoestima
Prueba los siguientes pasos:

Haz una lista de las cosas que haces bien. ¿Puedes cantar o bailar? ¿Lees bien? ¿Eres bueno en los deportes? ¿Sabes contar chistes? Si tienes problemas para hacer la lista, pídeles ayuda a tus padres o a un amigo.
Practica las cosas que haces bien. Piensa en formas de poner en práctica cada día algunas de las cosas que te salen bien.
Cambia el: "No puedo" por el "¡Puedo!". Tal vez, la vocecita que tienes dentro de la cabeza te diga: "No, no me sale bien", "No soy capaz" o "¡Es demasiado para mí!". Eso es porque piensas negativamente sobre ti mismo. Decide cambiar tu forma de pensar. Piensa: "Voy a intentarlo", "Yo puedo hacerlo". Piensa: "Daré lo mejor de mí mismo". Piensa: "Le pediré ayuda a alguien".
Esfuérzate al máximo. Te puedes sentir bien contigo mismo cuando pruebes una cosa y lo hagas con ganas. Cuando te esfuerzas, tu autoestima crece.
Pasa tiempo con la gente que te quiere. Haz cosas que disfrutes con tus padres o tu familia. Eso te ayudara a trabajar tu sensación de pertenencia. Y esto aumenta la autoestima.
Coopera con los demás. Haz cosas lindas por tus padres. Ayuda con las comidas, la limpieza o con el alimento de las mascotas. Cuando haces cosas buenas, te sientes bien contigo mismo. Te das cuenda de que lo que haces significa mucho.

! Y ahora un cuento acerca de como debemos aceptarnos tal y como somos!




viernes, 3 de abril de 2020

MITOS Y LEYENDAS

CANDILEJA

Mártir de la violencia, la Candileja es el espectro de una mujer asesinada en el Valle de las Tristezas. Dicen que fue quemada viva con los hijos dentro de su casa. Desde entonces, convertida en fuego, frecuenta los lugares en ruinas, las crecientes de los ríos y los caminos solitarios.
Aparece en el alba, cuando aún el gallo no ha cantado, y como un meteoro se estrella con los cercos; se agita en el copo de los árboles o se echa a rodar por los pastos.
Amiga de los cocuyos, la Candileja en los días de viento quisiera ser coro de enredadera o canto de arrendajo en la montaña. Zarza ungida de violencia, aunque la Candileja nunca se apacigua en su dolor ígneo, algunas noches en que los ríos están apacibles y cubiertos de cámbulos, ella quisiera detenerse y tomar agua y tal vez bañarse en la sombra para quitarse tanto ardor y despojarse de toda la ceniza.
Reina salvaje coronada de rescoldos que se avivan con la memoria, la Candileja, sin embargo; espanta a los caballos y los jinetes que se aventuran en la noche.
Inicia las quemas de los bosques: Grandes incendios, grandes sequías, precipita su presencia de llama en los tiempos en que se aviva su dolor. Por eso los hombres le temen. Saben que ni los rezos ni las bendiciones ahuyentan su furia.




La sirena del Río Guatapurí


Ella, una mujer hermosa, joven y bastante rebelde, decidió desafiar a sus padres, quienes no le dieron el permiso para ir a nadar al río Guatapurí. ¿La razón? Era jueves santo y según las creencias nunca se debe estar en ese lugar en Semana Santa.

Sin dudarlo, se fue a escondidas. Allí se lanzó al río desde una gran roca. Después de hacerlo empezó a sentir sus piernas pesadas, y aún con esta dificultad logró llegar a la orilla. Allí se llevó una gran sorpresa, sus piernas ahora eran una cola de pez. No era la joven de antes, ahora ella era una sirena.
En el pueblo todos la buscaron, pero nadie la halló. El viernes santo, quienes la buscaban la vieron sentada en la roca de la que se había lanzado el día anterior. Ella se limitó a decir adiós con la cola y de nuevo regresó al agua.




El Chutun

Ataca a los niños, que van a coger cherces (uvas silvestres) en el municipio de Túquerres (Nariño).
El Chutun es conocido como el hijo del diablo y la bruja de Sapuyes, es enano, tiene cabello rubio y ojos azules, su cara es igual a la de niño, pero sus pies no son como los de un hombre, tiene patas de gallo. El Chutun aparece cuando hay cosecha de cherches, su objetivo es cuidarla.
El que sea hechizado por este gnomo, sufre de alucinaciones, se pone débil y se siente embobado. Este hechizo es curado solo por curanderos, por medio de exorcismos y bebedizos. Los médicos nada pueden hacer contra este mal.



La Piedra de los Matrimonios

Era una pareja joven de enamorados que estaba dispuesta a casarse y tener hijos, pero sus padres se interponían.
Los animales también son víctima de este espanto, que grita tan fuerte que los hace confundir al gritón con el arriero que los guíaLos jóvenes decidieron escaparse.
Caminaron sin descanso hasta que llegó la noche y se refugiaron cerca a un camino conocido hoy como como el páramo de Bordoncillo.
A media noche mientras dormían escucharon una campanita, se despertaron y fueron a ver qué era. Había una capilla iluminada y abierta, ellos entraron. Allí había un sacerdote, así que decidieron casarse y refugiarse en la iglesia, pero al siguiente día quedaron convertidos en piedras.
Desde aquél día, a la salida de la iglesia, se ve a los novios y a un sacerdote convertidos en piedras. Y a este lugar llegan cientos de parejas que prenden velas rojas para pedir



jueves, 2 de abril de 2020

SECRETOS PARA CONTAR


"SECRETOS PARA CONTAR"

Ingresando a este link http://www.secretosparacontar.org/ puedes acceder a todas estas opciones que a continuación te mostramos, allí podrás aprender, leer, jugar, escuchar maravillosas historias y aprender divertidas y fáciles recetas en familia.













miércoles, 1 de abril de 2020

LA LEYENDA DE LOS ATRAPASUEÑOS


La leyenda de los atrapasueños

Cuenta la leyenda que había una mujer araña llamada Asibikaashi que cuidaba a la gente de la tierra. La mujer araña, velaba por toda criatura de nuestro mundo, inclinándose sobre las cunas y las camas de los niños mientras tejía una fina, delicada y fuerte telaraña que era capaz de atrapar todo mal entre sus hilos y hacerlo desvanecer al alba.
Cuando su pueblo se dispersó por América del Norte, le comenzó a resultar muy complicado cuidar a todos los niños, por lo que las madres y abuelas tuvieron que comenzar a tejer redes con propiedades mágicas que atrapan los malos sueños y las pesadillas, protegiendo así a sus niños.



Los atrapasueños son instrumentos de poder de la medicina chamánica, cuyo origen se remonta a las tribus indias americanas. Su aro, fabricado tradicionalmente por madera de sauce, representa la rueda de la vida, la malla o la red son los sueños, anhelos e ilusiones que tejemos en el Tiempo de los sueños, en el alma y en el movimiento que generamos con nuestras actividades cotidianas. En el centro  de la red está el vacío, el espíritu creador, el “Gran Misterio”.
Según la tradición, los atrapasueños ayudan a mantener con nosotros las buenas ideas y los sueños agradables, así como a proteger a quien lo posee. El Tiempo de los sueños es influenciado por buenas y malas energías; estas últimas son atrapadas por la malla y se disipan por el agujero central con los primeros rayos de sol.
Estos objetos comenzaron a ser comercializados por los ojibwa en la década de los 60, siendo criticados por las demás tribus por profanar de alguna manera su maravilloso significado. Esto tiene su sentido, pues actualmente se fabrican y se venden sin atender al mágico y místico proceso de energización, perdiendo así su esencia y convirtiéndose en un mero adorno.
"Deja que la telaraña atrape tus buenos recuerdos y los malos pasen por el agujero del centro y se desvanezcan, creando con este vídeo tu propio atrapasueños"
                            



martes, 31 de marzo de 2020

RAYUELA AFRICANA

MINUE

Una actividad de coordinación y motricidad para trabajar la lateralidad y orientación espacial, una manera diferente de divertirnos, fácil de jugar en con tu familia en este tiempo de cuarentena.



ESTIMULACIÓN SENSORIAL


Pedagogía Montessori y estimulación sensorial


La estimulación sensorial toma como base los principios enunciados por Montessori en su libro La mente absorbente. En este libro Montessori describe el aprendizaje de los niños menores de 6 años y los compara con una esponja que absorbe los estímulos del ambiente en forma inconsciente y con alegría. La mente del niño es infinita, por lo tanto debemos preparar el ambiente de manera tal que pueda aprovechar los estímulos para desarrollar sus capacidades. El desarrollo del niño no necesita la supervisión constante del adulto sino estar inmerso en un ambiente diseñado para fomentar su auto-aprendizaje y crecimiento, que responda a las necesidades de orden y seguridad.

lunes, 30 de marzo de 2020

LAS GRULLAS

MIL GRULLAS


Naomi Watanabe y Toshiro Ueda creían que el mundo era nuevo. Como todos los chicos.
Porque ellos eran nuevos en el mundo.También, como todos los chicos. Pero el mundo era ya muy viejo entonces, en el año 1945, y otra vez estaba en guerra. Naomi y Toshiro no entendían muy bienqué era lo que estaba pasando.
Desde que ambos recordaban, sus pequeñas vidas en la ciudad japonesa de Hiroshima se habían desarrollado del mismo modo:en un clima de sobresaltos, entre adultos callados y tristes, compartiendo con ellos los escasos granos de arroz que flotaban en la sopa diaria y el miedo que apretaba las reuniones familiares de cada anochecer en torno a la noticia de la radio, que hablaban de luchas y muerte por todas partes.
Sin embargo, creían que el mundo era nuevo y esperaban ansiosos cada día para descubrirlo.
¡Ah... y también se estaban descubriendo uno al otro!
Se contemplaban de reojo durante la caminata hacia la escuela, cuando suponían que sus miradas levantaban murallas y nadie más que ellos podían transitar ese imaginario senderito de ojos a ojos.
Apenas si habían intercambiado algunas frases. El afecto de los dos no buscaba las palabras. Estaban tan acostumbrados al silencio...
Pero Naomi sabía que quería a ese muchachito delgado, que más de una vez se quedaba sin almorzar por darle a ella la ración de batatas que había traído de su casa.
-No tengo hambre -le mentía Toshiro,cuando veía que la niña apenas si tenía dos o tres galletitas para pasar el mediodía-. Te dejo mi vianda -y se iba a corretear con sus compañeros hasta la hora de regreso a las aulas, para que Naomi no tuviera vergüenza de devorar laración.
Naomi... Poblaba el corazón de Toshiro.Se le anudaba en los sueños con sus largas trenzas negras. Le hacía tener ganasde crecer de golpe para poder casarse con ella. Pero ese futuro quedaba tanlejos aún...
El futuro inmediato de aquella primavera de 1945 fue el verano, que llegó puntualmente el 21 de junio y anunció lasvacaciones escolares.
Y con la misma intensidad con que otras veces habían esperado sus soleadas mañanas, ese año los ensombreció a los dos:ni Naomi ni Toshiro deseaban que empezara. Su comienzo significaba que tendrían que dejar de verse durante un mes y medio inacabable.
A pesar de que sus casas no quedaban demasiado lejos una de la otra, sus familias no se conocían. Ni siquiera tenían entonces la posibilidad de encontrarse en alguna visita. Había que esperar pacientemente la reanudación de las clases.
Acabó junio, y Toshiro arrancó contentola hoja del almanaque...
Se fue julio, y Naomi arrancó contenta la hoja del almanaque...
Y aunque no lo supieran: ¡Por fin llegó agosto! -pensaron los dos al mismo tiempo.
Fue justamente el primero de ese mes cuando Toshiro viajó, junto a sus padres, hacia la aldea de Miyashima. Iban a pasar una semana. Allí vivían los abuelos, dos ceramistas que veían apilarsevasijas en todos los rincones de su local.
Ya no vendían nada. No obstante, susmanos viejas seguían modelando la arcilla con la misma dedicación de otrasépocas, -Para cuando termine la guerra... -decía el abuelo-. Todo acaba algún día...-comentaba la abuela por lo bajo. Y Toshiro sentía que la paz debía de ser algo muy hermoso, porque los ojos de su madre parecían aclararse fugazmente cada vez que se referían al fin de la guerra, tal como a él se le aclaraban los suyos cuando recordaba a Naomi.
¿Y Naomi?
El primero de agosto se despertó inquieta; acababa de soñar que caminaba sobre la nieve. Sola. Descalza. Ni casas ni árboles a su alrededor. Un desierto helado y ella atravesándolo.
Abandonó el tatami, se deslizó de puntillas entre sus dormidos hermanos y abrió la ventana de la habitación. ¡Qué alivio! Una cálida madrugada le rozó las mejillas. Ella le devolvió un suspiro.
El dos y el tres de agosto escribió, trabajosamente, sus primeros haikus:
Lento se apaga
El verano
Enciendo
Lámpara y sonrisas.
Pronto
Florecerán los crisantemos.
Espera, Corazón.


Después, achicó en rollitos ambos papeles y los guardó dentro de una cajita de laca en la que escondía sus pequeños tesoros de la curiosidad de sus hermanos.
El cuatro y el cinco de agosto se lo pasó ayudando a su madre y a las tías ¡Era tanta la ropa para remendar!
Sin embargo, esa tarea no le disgustaba. Naomi siempre sabía hallar el modo de convertir en un juego entretenido lo que acaso resultaba aburridísimo para otras chicas. Cuando cosía, por ejemplo, imaginaba que cada doscientas veintidós puntadas podía sujetar un deseo para que se cumpliese.
La aguja iba y venía, laboriosa. Así, quedó en el pantalón de su hermano menor el ruego de que finalizara enseguida esa espantosa guerra, y en los puños de la camisa de su papá, el pedido de queToshiro no la olvidara nunca...
Y los dos deseos se cumplieron.
Pero el mundo tenía sus propios planes...
Ocho de la mañana del seis de agosto en el cielo de Hiroshima.
Naomi se ajusta el obi de su kimono y recuerda a su amigo: -¿Qué estará haciendo ahora?
"Ahora", Toshiro pesca en laisla mientras se pregunta: -¿Qué estará haciendo Naomi?
En el mismo momento, un avión enemigo  sobrevuela el cielo de Hiroshima.
En el avión, hombres blancos que pulsan botones y la bomba atómica surca por primera vez un cielo. El cielo de Hiroshima.
Un repentino resplandor ilumina extrañamente la ciudad.
En ella, una mamá amamanta a su hijo por última vez.
Dos viejos trenzan bambúes por última vez.
Verso de una popular canción infantil japonesa.
Una docena de chicos canturrea:"Donguri-Koro Koro- Donguri Ko..." por última vez.
Cientos de mujeres repiten sus gestos habituales por última vez.
Miles de hombres piensan en mañana por última vez.
Naomi sale para hacer unos mandados.
Silenciosa explota la bomba. Hierven, derepente, las aguas del río.
Y medio millón de japoneses, medio millón de seres humanos, se desintegran esa mañana. Y con ellos desaparecen edificios,árboles, calles, animales, puentes y el pasado de Hiroshima.
Ya ninguno de los sobrevivientes podrán volver a reflejarse en el mismo espejo, ni abrir nuevamente la puerta de su casa, ni retomar ningún camino querido.
Nadie será ya quien era.
Hiroshima arrasada por un hongo atómico.
Hiroshima es el sol, ese seis de agosto de 1945. Un sol estallando.
Recién en diciembre logró Toshiro averiguar dónde estaba Naomi. ¡Y que aún estaba viva, Dios!
Ella y su familia, internados en el hospital ubicado en una localidad próxima a Hiroshima, como tantos otros cientos de miles que también habían sobrevivido al horror, aunque el horrores tuviera ahora instalado dentro de ellos, en su misma sangre.
Y hacia ese hospital marchó Toshiro una mañana.
El invierno se insinuaba ya en el aire y el muchacho no sabía si era frío exterior o su pensamiento lo que le hacía tiritar.
Naomi se hallaba en una cama situada junto a la ventana. De cara al techo. Ya no tenía sus trenzas. Apenas una tenue pelusita oscura.
Sobre su mesa de luz, unas cuantas grullas de papel desparramadas.
-Voy a morirme, Toshiro... -susurró. No bien su amigo se paró, en silencio, al lado de su cama-. Nunca llegaré a plegarlas mil grullas que me hacen falta...
Semba-Tsuru (Mil grullas): Una creencia popular japonesa, asegura que haciendo mil de esas aves -según enseña a realizarlo el origami (nombre del sistema de plegado de papel)- se logra alcanzar la larga vida y felicidad.
Mil grullas... o "Semba-Tsuru",como se dice en japonés.
Con el corazón encogido, Toshiro contó las que se hallaban dispersas sobre la mesita. Sólo veinte. Después, las juntó cuidadosamente antes de guardarlas en un bolsillo de su chaqueta.
-Te vas a curar, Naomi -le dijo entonces,pero su amiga no le oía ya: se había quedado dormida.
El muchachito salió del hospital, bebiéndose las lágrimas.
Ni la madre, ni el padre, ni los tíos deToshiro (en cuya casa se encontraban temporariamente alojados) entendieron aquella noche el porqué de la misteriosa desaparición de casi todos los papeles que, hasta ese día, había habido allí.
Hojas de diario, pedazos de papel para envolver, viejos cuadernos y hasta algunos libros parecían haberse esfumado mágicamente. Pero ya era tarde para preguntar. Todos los mayores se durmieron,sorprendidos.
En la habitación que compartía con sus primos, Toshiro velaba entre las sombras. Esperó hasta que tuvo la certeza de que nadie más que él continuaba despierto. Entonces, se incorporó con sigilo y abrió el armario donde se solían acomodar las mantas.
Mordiéndose la punta de la lengua, extrajo la pila de papeles que había recolectado en secreto y volvió a su lecho.
La tijera la llevaba oculta entre sus ropas.
Y así, en el silencio y la oscuridad de aquellas horas, Toshiro recortó primero novecientos ochenta cuadraditos y luego los plegó, uno por uno hasta completar las mil grullas que ansiaba Naomi, tras sumarles las que ella misma había hecho. Ya amanecía, el muchacho se encontraba pasando hilos a través de las siluetas de papel. Separó en grupos de diez las frágiles grullas del milagro y las aprestó para que imitaran el vuelo, suspendidas como estaban de un leve hilo de coser, una encima de la otra.
Con los dedos paspados y el corazón temblando, Toshiro colocó las cien tiras dentro de su furoshiki y partió rumbo al hospital antes de que su familia se despertara. Por esa única vez, tomó sin pedir permiso la bicicleta de sus primos.
No había tiempo que perder. Imposible recorrer a pie, como el día anterior, los kilómetros que lo separaban del hospital. La vida de Naomi dependía de esas grullas.
-Prohibidas las visitas a esta hora -le dijo una enfermera, impidiéndole el acceso a la enorme sala en uno de cuyos extremos estaba la cama de su querida amiga.
Toshiro insistió: -Sólo quiero colgar estas grullas sobre su lecho, Por favor...
Ningún gesto denunció la emoción de la enfermera cuando el chico le mostró las avecitas de papel. Con la misma aparentemente impasililidad con que momentos antes le había cerrado el paso, se hizo a un lado y le permitió que entrara: -Pero cinco minutos, ¿eh?
Naomi dormía.
Tratando de no hacer el mínimo ruidito,Toshiro puso una silla sobre la mesa de luz y luego se subió.
Tuvo que estirarse a más no poder para alcanzar el cielorraso. Pero lo alcanzó. Y en un rato estaban las mil grullaspendiendo del techo; los cien hilos entrelazados, firmemente sujetos con alfileres.
Fue al bajarse de su improvisada escalera cuando advirtió que Naomi lo estaba observando. Tenía la cabecita echada hacia un lado y una sonrisa en los ojos.
Tosi-can: diminutivo de Toshiro
-Son hermosas, Tosí-can... Gracias...
-Hay un millar. Son tuyas, Naomi. Tuyas-y el muchacho abandonó la sala sin darse vuelta.
En la luminosidad del mediodía que ahora ocupaba todo el recinto, mil grullas empezaron a balancearse impulsadas por el viento que la enfermera también dejó colar, al entreabrir por unos instantes laventana.
Los ojos de Naomi seguían sonriendo.
La niña murió al día siguiente. Un ángel a la intemperie frente a la impiedad de los adultos. ¿Cómo podían mil frágiles avecitas de papel vencer el horror instalado en su sangre?
Febrero de 1976.
Toshiro Ueda cumplió cuarenta y dos años y vive en Inglaterra. Se casó, tiene tres hijos y es gerente de sucursal de un banco establecido en Londres.
Serio y poco comunicativo como es, ninguno de sus empleados se atreve a preguntarle por qué, entre el aluvión de papeles con importantes informes y mensajes telegráficos que habitualmente se juntan sobre su escritorio, siempre se encuentran algunas grullas de origami dispersas al azar.
Grullas seguramente hechas por él, pero en algún momento en que nadie consigue sorprenderlo.
Grullas desplegando alas en las que se descubren las cifras de la máquina de calcular.
Grullas surgidas de servilletas con impresos de los más sofisticados restaurantes...
Grullas y más grullas. Y los empleados comentan, divertidos, que el gerente debe de creer en aquella superstición japonesa.
-Algún día completará las mil...-cuchicheaban entre risas- ¿Se animará entonces a colgarlas sobre su escritorio?
Ninguno sospechaba, siquiera, la entrañable relación que esas grullas tienen con la perdida Hiroshima de su niñez. Con su perdido amor primero.


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